jueves, 27 de marzo de 2014

Renacer

"Las cenizas, aún calientes, humeaban de su piel desnuda. ¡Al fin ardieron las heridas! Así que al despertar, voló de nuevo a la batalla."

#microcuento


(Publicado en Twitter y Facebook el 25 de marzo de 2014)

viernes, 21 de marzo de 2014

El objeto de la pasión

No podía creérselo. Por primera vez podía respirarla intensamente. Lloró.

Siempre había estado enamorado de ella. Pero jamás pensó que llegaría tan lejos, ni tan profundo. En ella, su mente se quedaba en blanco, su respiración se hacía más y más lenta, y su cuerpo, como suspendido, se volvía ligero, levitaba, flotaba cual pluma en el aire. 

Si sonaban mensajes, no podía escucharlos; si sus problemas aparecían, ella los acallaba con sus susurros; si miraba hacia el azul cielo inmerso en ella, toda la paz del mundo inundaba su ser. 

Adentrarse en sus humedades y explorar sus cavidades lo hacía verdaderamente feliz, como hacía años que no recordaba.

La mar era su amante, y el buceo, el objeto de la pasión que los unía cada fin de semana.

Debía decir las palabras exactas

Debía decir las palabras exactas, en el tono, altura e intensidad adecuados, concentrándose en un punto vacío de su mente, sin sentir nada más que eso, palabras reverberantes. Pero cada vez que pensaba en pronunciarlas, sabía que el dolor iba a ser insoportable, por lo que el miedo lo bloqueaba, no conseguía superar el pánico.

Todo su cuerpo hervía de fiebre cada vez que lo intentaba. El sudor era como aceite que freía sus poros, todo su rostro se enrojecía hacia un burdeos intenso, como el de la sangre seca, y ésta, recorriendo todas sus venas, burbujeaba cociéndolo por dentro.

Pero esta vez era distinto. No tenía más remedio que hacer uso de ellas. O ella o él.

Se concentró.

No pensó.

Ya no dolían.

Y con los ojos cerrados, espetó, con voz profunda:

“¡Talen Hai!”

La gorgona que había intentado petrificarlo un segundo antes apenas pudo esquivar el impacto de su bola de fuego, que terminó estrellándose en la mitad del rostro de la femínea criatura.

El aprendiz cayó exhausto al suelo, mientras el cabello de víboras ardía a tal velocidad que tan sólo se pudo escuchar un grito ahogado del monstruo, que quedó reducido a cenizas en pocos minutos.


(Publicado en Facebook el 7 de marzo de 2014)

Miraba con ojos de verdad

"Miraba con ojos de verdad, tocaba con manos de duda, y me hablaba con la mentira llenando su boca. Sí, ella era una gran política."

#microcuento


(Publicado en Facebook y Twitter el 29 de enero de 2014)

Ella y, sobre todo, Él

Ella viajaba a un cálido paraíso del sur de Europa. Y él... Él esperaba paciente a una cálida persona que fuera su paraíso.

Se conocieron casualmente una noche de verano, en un bar del paseo marítimo. A un lado y al otro de la barra, ambos habían pedido, a la vez, idénticos bocadillos que no estaban en la carta. Esa situación hizo que sus miradas se cruzaran y que, curiosos, sus labios se sonrieran, deseosos de conocer sus respectivas voces.

Se acercaron y, sin timidez alguna, comenzaron una amena conversación que continuó en una mesa para dos. Compartían profesión, por lo que en un primer momento sólo hablaron de sus experiencias laborales en común. Pero poco a poco y entre risas, descubrieron que además coincidían en gustos musicales, películas preferidas, por supuesto en comidas, así como en últimos - y caústicos - "ex"... ¡Pero si incluso acababan de terminar de leer el mismo libro! En compañía tan agradable, y en una noche así, calurosa y estrellada, Morfeo parecía no tener reloj a la vista.

Se bebieron las horas y contaron las veces que sus manos se acercaron, deseando que en algún mágico momento o por mero azar se llegaran a rozar. Hasta que el roce no fue de sus dedos sino de sus labios, que se fundieron apasionadamente, con tanto fervor que se besaron casi a dentelladas.

Él la invitó cortésmente a su casa, y ella aceptó si tomaban la penúltima copa juntos ("pues la última es la de antes de morir", dijo él en tono irónico). Ambos conocían el dicho. Se sonrieron como al principio de la noche, pero esta vez sus miradas ardieron de deseo, ambicionando sus voces en otro contexto...

Ella se despertó pronto. Volaba a media mañana. Así que se dieron sus números privados y, mirándose a los ojos, prometieron volver a verse. Algún día.

"Ay... ¿Algún día?". Suspiró ella.

"¡Ah! ¡Algún día... !". Sigue soñando él.


(Publicado en Facebook el 16 de enero de 2014)

La traición

La traición fue tan grande que concentró toda su decepción, ira y tristeza en un sólo beso.

El último.



#microcuento


(Publicado en Facebook y Twitter el 15 de enero de 2014)

Ahora, por favor, ahora vas a escucharme

Ahora, por favor, ahora vas a escucharme. Es mi turno, por todo lo que me has hecho pasar.

Desde el principio, yo… yo confiaba en ti. Desde ese primer día en que nos conocimos, quise hacerlo, y tú, tú me lo pusiste fácil. Me aseguraste que me darías lo que ningún otro me había dado ni me iba a dar. Me obnubilaste con tu melodiosa voz, con tus bellas promesas, con tu aparente inmensa alegría… Todos a tu alrededor parecían tan felices que no podía más que pensar en que tú eras el definitivo, que al fin, a tu lado, yo sería también feliz.

Imposible no ilusionarse contigo… ¿Recuerdas nuestros comienzos? Las navidades pasadas, cuando comenzamos a coquetear, yo… no podía dejar de pensarte ni un instante. La verdad es que hay que reconocer que cuando cenamos juntos por primera vez el marco era incomparable, maravilloso, inenarrable... El vino y la opulencia era nuestra banda sonora, las calles lucían esplendorosas desde el ventanal… y, aquella bendita noche… mis labios sonrientes, con un inusual trozo de queso verde que compartimos a medias, presenciaron y presagiaron un feliz idilio entre tú y yo.

O al menos eso creíamos. A las pocas semanas decidiste instalarte en mi vida, lo que en un principio agradecí. Pero nuestra pasión duró lo que suelen durar estas cosas. Como si nada, casi de un día para otro, empezaste a tornarte rancio, oscuro, pesimista… Y acaso yo también, no lo niego, pero, si bien es cierto que yo intenté que esto funcionara hasta las últimas consecuencias, tú sólo dejaste que el tiempo pasara, como si eso fuera a arreglar las cosas… Pero eso sólo las empeoró. Así que tú no tienes derecho a echarme ahora nada en cara, tú, que demasiado has puesto ya sobre mi cabeza y sobre mi alma, tú, que te has mofado de lo que significabas para mí. Pero, sin duda, lo que más me ha dolido de estar todo este tiempo contigo no ha sido tu destructiva actitud pasiva, sino el haber tenido que pasar por la humillación más grande que jamás hubiera podido imaginar. Pero eso ya lo sabes, y prefiero no hablar más de esto, ni a ti ni a los que vengan, porque es demasiado doloroso el recuerdo, y porque sobre eso… ya nada más se puede decir.

Sí, no todo fue malo, tienes razón. Aunque suene a tópico, esto es lo que me llevo de haber pasado todo este tiempo contigo: el aprendizaje. Respirar debajo del agua; contener la respiración y mis palabras; aguantar saetas envenenadas; escupir sólo verdades y tragar sólo mentiras; saborear la soledad; vencer a pequeños gigantes de traje y corbata; escalar volcanes imposibles, de piedra y lava, y de carne y hueso; escribir nuevos cuentos y saldar viejas cuentas; beber, comer y digerir cenizas; componer para mí y para ese nadie más; olvidar lo que hace daño y no dañar más lo que había olvidado; soñar con volver a mover los dedos entre pistones y los labios entre otras boquillas; encontrar el equilibrio entre optimismo de locos y razón de cuerdos; nunca más desdeñar a mi familia, de sangre o de andanzas; respetar los tempos y superar la incertidumbre; ¡¡viajar sin compañía!!

Si piensas que te estoy dando las gracias por todo lo aprendido, me has entendido mal. Todo lo que soy ahora o todo lo que quiero ser, cariño, no te lo debo a ti, sino tan sólo a mí. No soy todo lo pusilánime que era cuando me conociste, pero tampoco tengo un corazón de impenetrable e impertérrita piedra, aunque llevaba un tiempo siendo así, de pura roca, te lo reconozco. Ahora, intento disfrutar de la vida intensamente, pero como venga, sin plantearme mucho el mañana. Simplemente, no espero nada de nada ni de nadie, o lo menos posible. Y no es por despecho, es por convicción de que lo que venga a mi vida lo aceptaré en mi seno sólo si es real, no principesco, y de ninguna manera si es infundado o sometido tan sólo a los deseos expresos de mi corazón ansioso. Sólo te daré las gracias por una cosa: por haberme devuelto mi sentido común.

Ah, antes de despedirme, una cosa. Ya sé quién eres, y ya conozco a los de tu calaña. Resulta que a toda esa gente que bailaba feliz a tu son… también le prometiste lo mismo y acabaron como yo. No voy a decir que te odio por ello. Pero tu tiempo se ha acabado. Ya no te necesito. Nunca te olvidaré, porque, como alguien me dijo una vez, eso sólo puedes hacerlo pegándote un tiro, pero… sí que puedo pegarte el tiro a ti, el tiro de gracia, ese al que tanto temes y que también me sirve de pistoletazo de salida. Lo que trato de decirte, metafóricamente, es que no… No te olvidaré, pero ten por seguro que pensaré en ti lo menos posible, y que no volveré a mentarte, ni a mentirme más.

Raudo, vete ya. Mañana puedes llevarte todas tus cosas y todos tus vanos recuerdos, tus promesas impías y tus falacias navideñas. Y tus cuatro caracteres que tanto he llegado a detestar.

Adiós …. Adiós 2013.


(Publicado en Facebook el 30 de diciembre de 2013) 

Los placeres prohibidos

Llegar tarde a posta. Besarse sin que te vean. Verse sin que te vean. Escribir una carta sincera a una ex-persona "tuya" que es persona "de otra". Querer comerse una onza de chocolate y terminar comiéndote toda la tableta. Pegar un puñetazo al suelo y destrozar el reloj. Desmayarse en la cama tras la última copa. "Explorar" "cuevas". Desnudarse ante la persona equivocada. Comerse el último trozo de pizza. Besar a alguien en la comisura de los labios y luego ponerle cara pícara, sin decir nada. "Comer" de la "fruta" ajena. Bajar corriendo a máxima velocidad una montaña, hasta casi tropezar y caer. Quedarse despierto hasta las 6 de la mañana escribiendo un mensaje que nunca enviarás, pero del que estás orgulloso. Borrar ese mensaje meses después. Acelerar hasta mucho más allá de la señal. Llorar de rabia, vociferar escupiendo y destrozar parte del mobiliario de casa. Hacerse un sandwich y un vaso de leche con cacao tras una noche de borrachera. Escribir y recibir mensajes eróticos. Correr enfadado hasta que te den calambres en las piernas. Escuchar música sin importar el volumen, ni los vecinos, ni la policía. Sonreírle de nuevo a alguien que te hizo llorar.

Los mejores placeres son prohibidos. Y lo son por algo...


(Publicado en Facebook el 20 de diciembre de 2013) 

La última lección

"Antes de posar sus manos entre las teclas blancas y negras, sus frágiles dedos siempre temblaban, era lo normal antes de salir al escenario. Pero esta vez el tembleque era distinto, más acusado de lo usual. Los nervios previos a un concierto normalmente eran moderados, y hasta le gustaban, pues le daban esa chispa de vitalidad necesaria para no pecar de exceso de confianza. Pero hoy... Hoy se estaban aliando todos sus miedos con todos los recuerdos de la noche anterior.

Empezó a sentir verdadero pavor. En su frente se acumulaban minúsculas gotitas de sudor y su respiración comenzaba a entrecortarse. Su boca, completamente seca, boqueaba cual pez fuera del agua. Al menos estaba entre sombras, y nadie podía percibir su crítico estado.

Tan sólo necesitaba recordar el primer compás, y todo saldría bien. Pero era inútil. Estaba absolutamente bloqueada. Hoy no era capaz. No sin él.

De repente, el intenso foco que le apuntaba, le acribilló sin piedad y su esbelta figura quedó revelada ante el público que, entusiasta, aplaudió.

No se volvió hacia el patio de butacas. No saludó. No pestañeó. Sus manos estaban en sus rodillas. Estaba horrorizada. Sólo era capaz de sudar por fuera y llorar por dentro. Todo se había acabado.

Silencio absoluto. Una tos. Silencio de nuevo.

Miró de reojo a la primera fila. Era su única esperanza. Si no estaba, tendría que levantarse e irse. Nada. Tal y como le dijo, no había venido.

Al minuto y medio, alguien silbó, pero fue acallado inmediatamente por una de las azafatas. Pronto se hizo de nuevo el incómodo silencio.

Ya habían pasado dos minutos pero la tensión, cada vez mayor, se acumuló en su cuello y en su espalda y ya no era capaz ni de moverse. Simplemente se quedó embobada, mirando las teclas, esperando que le gritaran "¡loca!" y que se la llevaran de allí.

Cuando empezó a resbalarle la primera lágrima y casi estaba a punto de gritar, escuchó algo. La puerta de entrada al primer nivel se abrió. Oteó las butacas, ansiosa, esperanzada, y finalmente sus miradas se cruzaron. No necesitó nada más.

Inmediatamente, sus ojos se cerraron. Respiró hondo. Levantó la mano izquierda y, como realizando un conjuro, gesticuló también al aire con la mano derecha. Atacó con tanta fuerza que el primer acorde destruyó todo atisbo de duda, todo miedo, hasta tal punto que el resto del concierto ni siquiera pensó en él ni en lo mucho que lo había necesitado las últimas 24 horas.

Al finalizar, fue aplaudida con una intensa ovación. Pero ella sólo buscaba sus ojos. Cuando lo miró, él le sonrió, se quitó su sombrero imaginario e inclinó su cabeza con gesto respetuoso. Levantó su mirada y la mantuvo fija en ella unos instantes hasta que se dio la vuelta. Entonces ella comprendió. Desesperada, dejó el ramo de flores en el piano y corrió a buscarlo. Pero cuando entró al auditorio, ya se había marchado.

Y así, su maestro, tras su última lección, se despidió de ella para siempre."


(Publicado en Facebook el 13 de diciembre de 2013)

Ella

No podía dejar de pensar en Ella un segundo desde que la conoció. Desde el primer día en que lo miró, sintió que era la mujer de su vida. Quizás fue su voz, su sonrisa... No lo sabía, pero su instinto le dio la certeza de que aquella mujer era única e irrepetible, de que le iba a devolver la alegría de vivir. Sí, debía ser Ella la que le haría olvidar su horrible pasado, la que lo salvaría de esos barrotes y de su inmediato mortal futuro.

No le importaba reconocerlo, estaba enamorado de Ella, y aunque no era capaz de decírselo, él sabía que Ella lo sabía. Y es que el sólo pensar que faltaban unas horas para verla le hacía temblar de emoción.

Mientras pensaba en todo esto se durmió plácidamente. Cuando soñaba con ella su cuerpo se relajaba totalmente y se ponía de muy mal humor si lo despertaban en medio de sus sueños. No obstante, siempre estaba atento a su llegada, siempre deseando ese momento como el mejor del día.

De repente, escuchó unos pasos cerca del portal. Enseguida se levantó de la cama y corrió hacia la puerta. Mientras la llave giraba, ya escuchaba su voz. Sus extremidades se agitaban, casi daba saltos de alegría y hasta alguna parte de su cuerpo se excitaba y agitaba sin control. Al fin se abrió la puerta y él se abalanzó a abrazarla -como pudo-, ya que su cuerpo, ¡y hasta su alma!, sentían un éxtasis inexplicable al verla y poder tocarla. Pero su felicidad llegó al máximo cuando escuchó las palabras mágicas, aquellas por las que lloraba al verla: "¿Cómo está mi Mambo? Eres lo más bonito, lo que más quiero en este mundo, sí, tú, sí".

Al fin Ella había llegado, y él era el perro más feliz del mundo.


(Publicado en Facebook el 10 de diciembre de 2013)

Después de tantos meses

"Después de tantos meses mirando al suelo, con cabeza gacha, se atrevió a mirarla una vez más, pero con una nueva óptica. A la altura de sus ojos, se dio cuenta de que ella tenía tanta culpa de todo como él mismo.

Secaron sus lágrimas y se dijeron adiós. Pero la mirada de ambos ya siempre siguió al frente, clara y serena."


(Publicado en Facebook el 1 de diciembre de 2013)

Viajó a lugares recónditos

"Viajó a lugares recónditos, besó otros labios distintos, aprendió otros sabores y aromas. Pero todo era ceniza en su boca, sus ojos y sus manos. Porque, sencillamente, aquello que buscaba se encontraba en su lugar de partida."

(Publicado en Facebook el 30 de noviembre de 2013)

Las ruinas circulares

No hace mucho, empecé a publicar cuentos y microcuentos en mis cuentas de Facebook, Twitter... que al parecer gustaban mucho entre mis contactos. Animados por ellos, se me ocurrió crear este blog, para poder reunirlos y divulgarlos, y para que pudieran ser leídos por ti y por toda la comunidad de Internet.
 
El nombre del blog se debe a uno de mis cuentos preferidos de Jorge Luis Borges: "Las ruinas circulares", que trata sobre un mago que desea crear un individuo a partir de sus sueños. Y es que no se podría describir mejor la creación de un cuento. Casi siempre comienza con un pensamiento fugaz, una ensoñación, una idea... que va creciendo poco a poco hasta que al final nace de lo más profundo de las experiencias pasadas, de las presentes, así como de las experiencias deseadas o temidas, más conocidas como futuras.

Gracias por visitar "Las ruinas circulares". Mi mayor deseo es que mis cuentos te ayuden a soñar y, ¿quién sabe?, quizás de esos sueños nazcan otros muchos cuentos más...

Al Hölson es Profesor de Historia de la Música, Pedagogía Musical, Historia del Pensamiento Musical y Teatro Musical