martes, 19 de agosto de 2014

La única condena

Ser la ola de tu fuerte viento; tu añada buena y el maridaje de tu añejo queso; tu sedosa y fina piel tras el baño de sales; el sonido de tu caracola y el brillo de tu concha nacarada; el tacto que te destroce el seso; la pesadilla inexistente cambiada por el dulce sueño; la tranquilidad de un buen paseo.

Echo de menos ser eso. Y...

Abrazar una caricia insospechada; recibir una sonrisa sin motivo y por todos los motivos; desatar una pasión limpia y desbocada; que seas lo primero y lo último que vea, bese, toque, sienta... por encima de amaneceres y atardeceres fugaces. Tenerte a mi lado siempre.

Te pienso. Y mientras tanto, pasarlo tan bien es saber que echarte de menos no es una condena, sino el faro guía que ilumina mis más puros deseos. Esos que me recuerdan que la única condena es tener a alguien a tu lado... y tan sólo sentir pena.

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