Ser la ola de tu fuerte viento; tu añada buena y el maridaje de tu 
añejo queso; tu sedosa y fina piel tras el baño de sales; el sonido de 
tu caracola y el brillo de tu concha nacarada; el tacto que te destroce 
el seso; la pesadilla inexistente cambiada por el dulce sueño; la 
tranquilidad de un buen paseo. 
 
 Echo de menos ser eso. Y...
 
 Abrazar una caricia insospechada; recibir una
 sonrisa sin motivo y por todos los motivos; desatar una pasión limpia y
 desbocada; que seas lo primero y lo último que vea, bese, toque, 
sienta... por encima de amaneceres y atardeceres fugaces. Tenerte a mi 
lado siempre.
 
 Te pienso. Y mientras tanto, pasarlo tan bien es 
saber que echarte de menos no es una condena, sino el faro guía que 
ilumina mis más puros deseos. Esos que me recuerdan que la única condena
 es tener a alguien a tu lado... y tan sólo sentir pena.
 
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