"Así
que se durmió. Quería soñar con días de terciopelo, anhelos de azul
turquesa, noches de velas y rosas. Siempre había buscado un fuego que
quemara todo su pasado y a la vez avivara su presente. Pero su sueño fue
tan profundo que al despertar resultó que su razón había herido a su
corazón casi de muerte.
Las promesas llenas de calor ya no parecían nada para ella. Sus labios carmesí se tornaron gélidos,
pétreos. Sus manos habían envejecido y el color de su piel era
marchito, ajada por el tiempo que había estado dormida, intocable. Su
gesto, serio y cansado, se presentaba inerme, indefenso ante tanta
apatía en derredor.
Pero... así, sin más, con la toalla casi
fuera del ring, con el dedo al borde del precipicio y con la copa a
punto de estallar contra el suelo... un hálito de fuego exhaló vida a su
vida, con tal renovación, que encendió la candela más tenue, la fogata
más viva y el incendio más devastador.
Sus ojos se volvieron
diamantes; sus dedos, compositores; su boca, poeta. Y su razón,
desmoronándose una última vez más, claudicó su ya inerte poder ante el
Amor más absoluto que jamás se habrá soñado."
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